Según información de Peru Top y de la Superintendencia del Mercado de Valores, en el año 2010 se identificaron 25 grupos económicos en la minería metálica. De este total, 12 estaban bajo control de familias peruanas y 13 con capital extranjero. La participación del capital extranjero era preponderante, ya que controlaba el 64.1% de los ingresos y el 63.9% de las utilidades del sector. De su lado, los grupos nacionales explicaron el 35.9% y el 36.1% de los ingresos y utilidades registrados ese año.
La información proviene del libro “Grupos Económicos y Bonanza
Minera en el Perú”, de Víctor Torres Cuzcano (Ediciones Cooperacción),
que se presentará esta semana. Se trata del análisis de los 5 grupos
mineros nacionales más importantes –Buenaventura, Brescia, Volcan,
Hochschild y Milpo–, con énfasis en el periodo de la extraordinaria
bonanza de precios que comenzó en el 2003 y continúa hasta la fecha.
Torres nos dice que estos cinco grupos tuvieron ventas por un total de U$ 17,000 millones en el periodo 1999-2010 y que hubo un virtual triple empate entre Volcan, Buenaventura y Brescia, con el 25,4%, 24.5% y 24.4% del total, respectivamente. Más atrás llegaron Hochschid (14%) y Milpo (11.7%).
La figura cambia con las utilidades de US$ 6,453 millones en el mismo periodo. Primero es Buenaventura (43%), seguido de Brescia (24.3%) y Volcan (19.6%). Hochschild y Milpo tienen el 7.3 y el 5.7%. Torres resalta el impresionante repunte de Volcan, cuyas utilidades aumentan en 4,543% en el 2005-2010, con respecto a 1999-2004.
El libro parte de los enfoques de Nathaniel Leff y Mark Granovetter. Nos dice que si bien las características de grupo económico están presentes, tenemos, de un lado, que el rasgo de negocio familiar (family business) es central y, de otro, que salvo el Grupo Brescia, ninguno de los otros cuatro tiene propiedad en el sector bancario.
Torres analiza los trabajos de Carlos Malpica, Ludovico Alcorta, Enrique Vásquez y Francisco Durand, deteniéndose en el análisis de Fernando Sánchez Albavera sobre el sector minero en el periodo 1950-1980 y, en particular, sobre el “comportamiento dual” de los grupos mineros nacionales frente al gobierno militar.
Puede decirse que el despegue de los grupos mineros peruanos se plasma en el marco legal de los años 90, aunque solo se consolida en el presente siglo. Los contratos de estabilidad tributaria permitieron la mantención de una serie de incentivos (como la reinversión de utilidades exoneradas del impuesto a la renta). La principal fuente de financiamiento ha sido, sobre todo, la utilidad generada por la extraordinaria bonanza de precios, seguidas de una diversificación en las fuentes (emisiones de bonos) y salidas a las bolsas internacionales.
Los capítulos dedicados al estudio de los grupos permiten conocer sus orígenes (Hochschild y Brescia son inmigrantes) y evolución. En Volcan y Buenaventura destaca el importantísimo rol de los fundadores (Roberto Letts y Alberto Benavides). En Milpo se analiza el conflicto irreconciliable entre las familias Baertl y Montori que debilitan a la empresa (finalmente adquirida por la brasileña Votorantim).
Los grupos se han internacionalizado. En el 2009 el Grupo Brescia pagó US$ 292 millones por la cementera Melon (que tiene el 35% de las ventas de cemento en el mercado chileno, mientras que Hochschild tiene minas en Argentina y México y en el 2003 compró Zemex en EEUU, con presencia en minerales industriales y cemento por US$ 84 millones.
Torres también pasa revista a la proliferación de conflictos socio ambientales, debido al aumento exponencial de denuncios que ha acompañado el boom de inversiones. Y concluye remarcando que el boom minero ha elevado la recaudación tributaria e incentivado el gasto público, a la vez que se han otorgado mayores recursos para los gobiernos regionales vía el canon minero.
Pero se ha avanzado poco en darle mayor valor agregado al mineral, ya que solo Minsur, Grupo Brescia, avanzó en la construcción de una planta de fundición de estaño en Pisco, pues las demás empresas venden su producción como concentrados. Y agrega: “en este aspecto, los grupos mineros tienen responsabilidad secundaria frente a una estrategia alternativa de desarrollo que debiera ser promovida por el Estado”.
Bienvenido el libro de Torres, al que debiera seguirle otro acerca de la inversiones mineras realizadas por el capital extranjero. Esperemos que pronto.
Fuente: La República.pe
Torres nos dice que estos cinco grupos tuvieron ventas por un total de U$ 17,000 millones en el periodo 1999-2010 y que hubo un virtual triple empate entre Volcan, Buenaventura y Brescia, con el 25,4%, 24.5% y 24.4% del total, respectivamente. Más atrás llegaron Hochschid (14%) y Milpo (11.7%).
La figura cambia con las utilidades de US$ 6,453 millones en el mismo periodo. Primero es Buenaventura (43%), seguido de Brescia (24.3%) y Volcan (19.6%). Hochschild y Milpo tienen el 7.3 y el 5.7%. Torres resalta el impresionante repunte de Volcan, cuyas utilidades aumentan en 4,543% en el 2005-2010, con respecto a 1999-2004.
El libro parte de los enfoques de Nathaniel Leff y Mark Granovetter. Nos dice que si bien las características de grupo económico están presentes, tenemos, de un lado, que el rasgo de negocio familiar (family business) es central y, de otro, que salvo el Grupo Brescia, ninguno de los otros cuatro tiene propiedad en el sector bancario.
Torres analiza los trabajos de Carlos Malpica, Ludovico Alcorta, Enrique Vásquez y Francisco Durand, deteniéndose en el análisis de Fernando Sánchez Albavera sobre el sector minero en el periodo 1950-1980 y, en particular, sobre el “comportamiento dual” de los grupos mineros nacionales frente al gobierno militar.
Puede decirse que el despegue de los grupos mineros peruanos se plasma en el marco legal de los años 90, aunque solo se consolida en el presente siglo. Los contratos de estabilidad tributaria permitieron la mantención de una serie de incentivos (como la reinversión de utilidades exoneradas del impuesto a la renta). La principal fuente de financiamiento ha sido, sobre todo, la utilidad generada por la extraordinaria bonanza de precios, seguidas de una diversificación en las fuentes (emisiones de bonos) y salidas a las bolsas internacionales.
Los capítulos dedicados al estudio de los grupos permiten conocer sus orígenes (Hochschild y Brescia son inmigrantes) y evolución. En Volcan y Buenaventura destaca el importantísimo rol de los fundadores (Roberto Letts y Alberto Benavides). En Milpo se analiza el conflicto irreconciliable entre las familias Baertl y Montori que debilitan a la empresa (finalmente adquirida por la brasileña Votorantim).
Los grupos se han internacionalizado. En el 2009 el Grupo Brescia pagó US$ 292 millones por la cementera Melon (que tiene el 35% de las ventas de cemento en el mercado chileno, mientras que Hochschild tiene minas en Argentina y México y en el 2003 compró Zemex en EEUU, con presencia en minerales industriales y cemento por US$ 84 millones.
Torres también pasa revista a la proliferación de conflictos socio ambientales, debido al aumento exponencial de denuncios que ha acompañado el boom de inversiones. Y concluye remarcando que el boom minero ha elevado la recaudación tributaria e incentivado el gasto público, a la vez que se han otorgado mayores recursos para los gobiernos regionales vía el canon minero.
Pero se ha avanzado poco en darle mayor valor agregado al mineral, ya que solo Minsur, Grupo Brescia, avanzó en la construcción de una planta de fundición de estaño en Pisco, pues las demás empresas venden su producción como concentrados. Y agrega: “en este aspecto, los grupos mineros tienen responsabilidad secundaria frente a una estrategia alternativa de desarrollo que debiera ser promovida por el Estado”.
Bienvenido el libro de Torres, al que debiera seguirle otro acerca de la inversiones mineras realizadas por el capital extranjero. Esperemos que pronto.
Fuente: La República.pe
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